

Un Corazón Normal
Esta obra de teatro, original de Larry Kramer (escritor y activista por la LGTB, Nueva York), narra la historia del activista Need Weeks, interpretado por Hernán Mendoza, quien en la década de los 80 inició una cruzada contra la mordaza informativa del gobierno y los medios en torno a la aparición del SIDA.
Esta historia, que aborda sin censura la enfermedad del SIDA en dicha década, en Nueva York, es vista a través de los ojos de su protagonista, Need Weeks, quien decide hacer algo al respecto de este misterioso y peligroso virus que ocasiona la muerte de, primeramente, hombres homosexuales. Need Weeks crea junto con otros hombres una de las primeras organizaciones para luchar a favor de las personas portadoras de esta enfermedad; al mismo tiempo que la doctora Emma Brookner (interpretada espléndidamente por Pilar Boliver) es la primera en descubrir que este mal probablemente se transmite por contacto sexual.
Mientras esto sucede, la comunidad gay se resiste a perder el derecho de relacionarse sexualmente con toda libertad. El gobierno del presidente Ronald Reagan niega cualquier tipo de ayuda económica y los medios masivos de comunicación bloquean toda la información al respecto. Debido a esto, la transmisión del VIH-SIDA aumenta de manera exponencial, ocasionando la muerte de millones de personas.
Lo anterior es lo que sucede a nivel anecdótico en la trama, pero me parece aún más interesante lo que sucede por dentro, en las entrañas de los personajes y de los espectadores. Es interesante, por supuesto, conocer los datos históricos de los que te provee la obra; sin embargo, también lo es la respuesta que tenemos como seres humanos, como espectadores de un problema de tal magnitud.
Primeramente, esta enfermedad era ajena, estaba tan lejos de nuestras vidas, que no la considerábamos siquiera. Ahora, de pronto es tan cercana, que puede estar incluso en nuestros círculos amistosos y es entonces cuando el problema se vuelve real. A partir de ese momento se dimensiona de otra manera. Insisto, lo interesante es cómo reaccionamos ante tal situación treinta y tantos años después de su primera aparición. Si en los 80 la población reaccionó casi por rebeldía o por la no represión, ahora, la reacción es casi por ignorancia o inconsciencia. Es decir, lejos de cualquier discurso político o defensor de una comunidad (lo cual sucedió justamente en esa época), actualmente tenemos que trascender la situación desde una trinchera personal de absoluta consciencia e integridad. Con tanta información mediática ya no tendría que ser un problema social, sino uno personal. Considero ésta la reflexión valiosa que deja el texto hoy en día: No importa lo que hagamos o dejemos de hacer; no importan las pancartas de lucha o los gritos lanzados hacia los distintos sectores, no importan las victorias o furias, no importan los amigos o la familia; todo se reduce a la muerte. A la muerte solitaria, en una cama de hospital, tomado de la mano de tu ser amado (en el mejor de los casos), tal y como lo muestra Un Corazón Normal.
Lo valioso de la puesta en escena es, sin duda, el texto de Larry Kramer, seguido por algunas actuaciones. También considero que tiene errores contundentes de dirección; por ejemplo, la concepción de los diferentes espacios, pues tiene infinidad de transiciones que terminan por entorpecer el trabajo de los actores y el ritmo de la puesta, cortando así la emoción tanto del espectador como de los actores mismos. Por otro lado, aplaudo la labor de Horacio Villalobos y Pilar Boliver, junto con los otros productores, para levantar este conmovedor proyecto.
Sabida es la desinformación por parte del gobierno ante problemas de magnitud mundial. Los 80 no fue ni será la primera vez, el SIDA no fue ni será el primer problema oculto. ¿Qué nos queda? Ser conscientes, informarnos, seguir luchando a partir del conocimiento o de entrada, de la ¨no ignorancia¨, y, desde mi punto de vista, seguir leyendo y yendo al teatro para sensibilizarnos. Puede sonar cursi, pero los invito a tal reto.
Un Corazón Normal se presenta ahora los fines de semana en el Teatro San Jerónimo Independencia, con las actuaciones de Hernán Mendoza, Pilar Boliver, Edgar Vivar, Horacio Villalobos, Eduardo Arroyuelo, Juan Ríos, Pedro Mira, Miguel Conde y Claudio Lafarga.
Definitivamente, Un Corazón Normal es una obra poderosa que se tendría que ver casi por necesidad o derecho. Vayan a escuchar esta historia.

Por: Gerardo Samaniego
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