Crímenes del Corazón (1978), de la dramaturga estadounidense Beth Henley, fue ganadora, entre otros premios, del prestigioso Pulitzer de Drama (1981) y nominada a varios Tony (1982) y Drama Desk Award (1981). Fue llevada al cine en 1986 por Bruce Beresford y nominada a tres premios de la Academia.

El melodrama, dirigida con maestría por Enrique Singer, cuenta la historia de tres hermanas que se reúnen en la casa del abuelo cuando la más joven es arrestada por dispararle a su marido. A partir de esto, vamos conociendo la historia de las tres hermanas y su disfuncional familia.

Visualmente, la obra posee un muy bien logrado equilibrio; la escenografía (Erika Krayer), la iluminación (Víctor Zapatero) y el vestuario (Amanda Cárcamo) se combinan y complementan perfectamente bien en texturas y colores. Hay un elemento que sobresale de entre ellos por su sutil elegancia y que podría, quizá, sacar al espectador de contexto si no estuviera espléndidamente iluminado por Zapatero: la escenografía. El espacio, a medio camino entre el concepto y el realismo, aunque no por ello mal logrado, está compuesto por tres enormes paredes curvas que nos recuerdan un huracán, a esta imagen la apoyan los ventiladores que cuelgan de las varas. El trabajo de Krayer, quien debuta en esta puesta en escena está muy bien logrado y sin duda tiene todo el talento necesario para hacerse de un lugar importante en el medio teatral del país.

Las actuaciones, particularmente de las tres hermanas (Marina de Tavira, Irene Azuela e Ilse Salas) son estupendas. El tono de todos los actores es uniforme y correcto, sin duda logrado a partir de un buen trabajo de dirección y comunicación con la compañía.

No hay que perderse esta obra con un perfecto equilibrio en todos los sentidos. Se presenta en el teatro Helénico, de viernes a domingo.